Origen concepcionista de la Esclavitud Mariana o consagración a Jesús por María

Venerable Sor Inés de San Pablo, fundadora de la primera Cofradía de Esclavitud Mariana

Nació en 1563 en Fuentelecina (Guadalajara). Vistió el hábito de Concepcionista Franciscana en el Monasterio de Alcalá de Henares, el 7 de octubre de 1575.

Formó la primera Cofradía de Esclavitud Mariana, aprobada el 2 de agosto de 1595.  

La Cofradía fue indulgenciada por el Papa Clemente XII, el 13 de noviembre de 1730.

Sor Inés de San Pablo (1563-1605) no fue escritora. Fue Fray Juan de los Ángeles el primero que estructuró la doctrina de la Cofradía de la Esclavitud Mariana. Tras describir el nivel de perfección a que había llegado la comunidad de Concepcionistas de Alcalá nos hace el regalo del tratadito de la Esclavitud de amor a María, es decir el Libro de la Cofradía, también llamado Libro de Oro por su valor histórico y teológico.

El manuscrito tiene 11 folios escritos por ambas caras menos el 11 escrito sólo en la primera cara, en la que acaba el Tratado o Libro de la Cofradía. Y en el folio 11v empieza el Asiento de los cofrades. El primero de todos el P. Ángeles. Y siguen folios y folios con los nombres de cofrades.


DIVISIÓN DEL TRATADO

Se distinguen cuatro capítulos o apartados.

I. Se congratula de haber encontrado en la comunidad un nivel tan alto de espiritualidad y de haber conocido las excelencias de la Esclavitud y de haber sido admitido como esclavo

A continuación, desborda su alma, trenzando las consideraciones teológicas, que constituyen el Tratado de la Esclavitud.

II. Presentación de Sor Inés de San Pablo como fundadora de la Cofradía de la Esclavitud. Vistas las Ordenaciones, se determinó a remodelarlas “y reducirlo todo a mejor orden, y comunicar a muchos este tesoro”.

Recomienda la Esclavitud la Esclavitud por los muchos bienes que de ella se siguen.

Finalmente, da ciertas cautelas por lo que hace a los que han de ser admitidos como esclavos de María.

III. Ordenaciones y Estatutos de la Cofradía

IV. Corona de flores, como homenaje anual.

El Libro de la Cofradía se intitula así:

Libro de la Cofradía de las Esclavas de la Madre de Dios fundada en el religiossísimo convento de Santa Úrsula de la Villa de Alcalá de Henares, a dos días del mes de agosto año del Señor de mil y quinientos y noventa y cinco.- Para honra y gloria de Dios y de su Puríssima Madre.


I. Alto nivel espiritual de la Comunidad de Alcalá

 “Muchas gracias doy a mi Señor Dios, hermanas carísimas, y pido a los ángeles y bienaventurados todos se las den en tiempo y en la eternidad por la merced que me ha hecho en darme a conocer ese santo convento y las religiosas de él, porque de las pocas veces y corto tiempo que he tratado con vuestras mercedes mi alma ha recibido particulares consuelos, y mi espíritu aliento no pequeño en el servicio de este Señor, desterrada gran parte de mi flojedad y tibieza; y entre otras muchas cosas que me han edificado en esa santa comunidad de que (sin lisonja) para gloria de Dios haré aquí mención, son éstas: la paz de todas tan uniforme, la hermandad tan llana, el recogimiento tan estrecho, la oración tan contínua, los coloquios de las más aprovechadas con el Celestial Esposo, tan ordinarios, los gustos y consolaciones divinas, tan sin tasa, los ejemplos de virtudes tan raros, las pláticas tan concertadas y de edificación, la caridad tan en su punto, la obediencia tan sin examen ni réplica, la humildad tan profunda.

Por lo cual han querido (dejando a una parte el honradísimo título de Esposas de Cristo), tomarle de Esclavas de su Madre Santísima. Confieso verdad que, en oyendo este nombre, se me derritió y regaló el corazón y se me llenó el ánima de un desacostumbrado gozo con un entrañable deseo de verme admitido y escrito en esa santa Hermandad. Pero ¡qué dicha tan grande la mía! Apenas hube significado este deseo, cuando las Esclavas me recibieron por hermano suyo, y esclavo juntamente de quien ellas lo son. Y, al hablar concretamente de la Cofradía y del “Bien tan grande” y “tesoro”, como es pertenecer a ella, escribe: “Hallé en este santo convento mucho más de lo que pensaba, de lo muy fino de la contemplación y trato amoroso con Dios; él sea glorificado, servido y amado para siempre por todas las criaturas (“Libro de la Cofradía”, folios 1v y 6v).


CONSIDERACIONES TEOLÓGICAS

“Honrado título, dignidad inestimable y que todos debemos desear y procurar.

Pero ¿de dónde tanta honra a tan infame título en las leyes del mundo? De la Misma Virgen María y de su Hijo Santísimo. Ella se apoderó de él al tiempo que el Verbo Divino se apoderó de su Corazón y se lanzó en sus entrañas y se hizo Hijo suyo. Quiso que con la maternidad que dice respeto infinito, anduviese junto a ese título de tanta humildad, que dice y pregona sujeción: Ecce Ancilla Domini.

Apenas pronunció estas palabras la humildísima Virgen, cuando el Espíritu Santo obró este altísimo sacramento de la Encarnación. ¡Oh cosa grande: primero esclava que madre! Y por ventura no fuera madre, si no se confesara esclava; porque la humildad de la Virgen, llena de fe, concibió al Divino Verbo. Templa con esta esclavitud la soberanía y la alteza de la divina maternidad. ¡Qué alto, Madre de Dios; y qué bajo, Esclava de Dios!

“Pero ¡qué peso de mujer, a la cual no levanta de la tierra la mayor honra que Dios pudo darle desde el cielo!; pues en razón de madre, ninguna se pudo hallar mayor madre que Madre de Dios; al fin, allí esclava adonde es madre, sin que el título de Esclava del Señor impida a la suprema dignidad de Madre del Criador; antes aseguró tan gran recibo y guardó tanta riqueza y encerró en tan estrecho lugar al que no abrazan los cielos.

“Pero ¡qué mucho que diga la Virgen Ecce Ancilla Domini, si su Hijo Santísimo hace esa misma confesión por su profeta santo!: Soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava (Sal. 115, 11), y repítelo dos veces para significar el gusto que tiene de serlo; y en otros muchos lugares de la Escritura toma para sí este apellido: “Siendo de condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo… (Flp. 2, 6-7). No dijo “yo soy tu siervo, Padre Eterno, (en cuanto hombre) e hijo de tu Esposa e Hija, sino de tu Esclava”.

“Para recomendación de este título y para honra de los esclavos, dice ese nombre esclavo   sujeción, obediencia, rendimiento, entrega de voluntad, abdicación de todo el hombre y enajenamiento entero de todas las cosas.

“Las obras del esclavo y las acciones todas son de su dueño, como lo es la persona: todo es de quien lo compró (1 Pe. 1, 18-19; 1 Cor. 6, 20). ¿Quién, tal del Padre Eterno, como Cristo? Ego vivo propter Patrem (Jn. 6). Toda mi vida refiero a mi Padre, porque soy suyo. Y en otra parte: Mea doctrina no est mea, sed eius qui mist me (Jn. 7): Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió, que es mi Padre celestial.

“Y allí San Agustín: Ninguna cosa tan mía como yo, ni menos mía que yo, si el ser que tengo y lo que soy, lo tengo y lo soy por otro. Todo Cristo, en cuanto Dios y en cuanto hombre, es del Padre; y por lo humano se confiesa esclavo suyo: Soy tu siervo e hijo de tu esclava. Y en razón de esto y en conformidad del Hijo se llama la Madre esclava; y por ventura, para podérselo llamar él, quiso y mandó a su profeta que tuviese dicho que lo fuese y confesase su Madre, porque los hijos siguen la condición de las madres: que son esclavos si ellas lo son, aunque sus  padres sean libres”.

“¡Oh María, Esclava de Dios, que haces esclavo a mi Libertador! Que, al que estaba en forma de Dios y que no por hurto era Dios, sino por generación eterna, y por eso tan bueno como su Padre, igual en todo con él, siguiendo tu condición entrando en tus entrañas, le hiciste esclavo. Esclavo, que nos dio la libertad y nos libró de la esclavitud de Satanás. Para ser libres nos libertó Cristo.

“Gracias te doy, Señor, que por libertar a los esclavos, entraste en el mundo en forma de esclavo; y gracias doy a la Virgen María, que fue el medio para esta esclavitud, diciendo y confesando de sí que era esclava, al punto de concebir. Como si dijera: Aunque Hijo de Dios y por eso libre, le vuelve esclavo mi condición de esclava: He aquí la esclava del Señor”.

“¡Bienaventurada esclava, toda de Dios y toda para Dios!, que ni un pensamiento la llevó al mundo, ni una palabra ociosa salió de su boca, ni hizo obra que no fuese en servicio de quien la crió y eligió por Madre.

“¡Ay, vírgenes escogidas de Dios!, si entendiésedes en cuanto estrecho os habéis puesto con llamaros esclavas. Ya no sois vuestras, sino de Cristo y de la Virgen; el tiempo que no pasáredes en el Hijo y Madre, tiempo es perdido, como lo dice San Bernardo.

Si el mundo os pidiere algo de lo que suele, o el demonio os tentare para que pequéis, dice San Fulgencio que le respondáis que no sois vuestras, sino de aquel que os compró con su preciosa Sangre, y de aquella a quien os entregasteis por esclavas, de vuestra voluntad; que saquen licencia para lo que quisieren de vuestro.


II. Semblanza de Sor Inés

 “En el muy religioso convento de Santa Úrsula (titular de la Iglesia), de Alcalá de Henares, que es de la limpísima Concepción de María, una religiosa, cuya alma descansa en la paz, llamada Inés de San Pablo, imitadora de la pequeña Inés, virgen y mártir, recogida y consagrada a Dios, desde su tierna edad, apenas de diez años, en el dicho convento , con tanto aprovechamiento espiritual, que a todas era ejemplo de virtud y estímulo para más perfectamente servir a Dios; deseando en su vida agradar y servir mucho a la Santísima Virgen, cuya singular devota fue siempre, tuvo un vehemente impulso dentro de su corazón que la llevaba, como con fuerza de rapto, a hacer una Cofradía y Hermandad de las religiosas del dicho convento, y de otras personas recogidas y de espíritu en honra de esa misma Señora y Madre de dios” (folio. 5v). 

“Y queriéndolo poner en ejecución, tuvo algunas contradicciones, que venció con paciencia, con seso y perseverancia. Y aunque no luego vinieron en ello las religiosas todas, por parecerles novedad, algunas pocas se le juntaron, y comenzaron a ejercitarse en obras y ejercicios muy del gusto de su Abogada y Señora, y a dar modo y forma a su Hermandad, de manera que se procediese en ella concertadamente. Y habida licencia del Superior, la santa religiosa con las pocas que le seguían hicieron algunas Ordenaciones llenas de piedad y devoción, con que la comunidad toda se animó, y de común consentimiento vivieron sirviendo a título de esclavas a la Santísima Virgen” (folio 6v).


III. RETOQUE DE LAS ORDENACIONES.

Las Ordenaciones escritas por la venerable Sor Inés de San Pablo permanecieron intocadas hasta el año 1608. En este año, Fray Juan de los Ángeles, en la visita que hizo a la comunidad, una vez que descubrió la importancia de la Cofradía, se determinó a reformar algunas cosas y “comunicar a muchos este tesoro y la grandeza de este nombre.”

Él mismo lo refiere:

“En el año de mil y seiscientos y ocho, pasando yo a Guadalajara, por suerte mía llegué a ver una religiosa, que por escrito me había comunicado su conciencia, y deseaba que en presencia le dijese particularmente lo que más le importaba para el santo ejercicio de la oración.

Hallé en este convento mucho más de lo que yo pensaba, de lo muy fino de la contemplación y trato amoroso con Dios; él sea glorificado, servido y amado para siempre de todas las criaturas.

Por este camino y con esta ocasión vine a saber de esta Cofradía y Hermandad de las Esclavas, y admitido en ella, aunque indigno. En gracia de ellas y servicio de la Reina soberana María, determiné reformar algunas pocas cosas de los Estatutos, y enmendar otras muy pocas y reducirlo todo a mejor orden y comunicar a muchos este tesoro y la grandeza de ese nombre que a los que de verdad lo alcanzare, hará libres de libertad verdadera.

Y habiendo comunicado esta determinación con nuestro Reverendísimo Padre Fray Pedro González de Mendoza, Comisario General de la Orden de nuestro seráfico Padre San Francisco, por comisión de su Paternidad reverendísima comencé y acabé lo tocante a esta pequeñuela familia de las Esclavas en la forma que verán los que quisieren esta esclavitud libre y libertad esclava” (ff. 6v-7).

Seguido de lo transcrito, da el Padre Ángeles unas recomendaciones:

“A todas pido y suplico con el encarecimiento que puedo que, pesada la honra que tendrán, teniendo por Señora a la Reina del cielo María y de ser esclavos suyos (dichoso nombre), consagrados todos a su servicio, y los provechos que se les seguirán de ser hermanos de tantas religiosas, y de los sufragios que alcanzarán y lo poco que les ha de costar, porque aquí no se trata de intereses temporales –que está muy lejos de las Esposas de Cristo y de las Esclavas de la Virgen toda codicia y avaricia, porque ellas y cuanto tienen y poseen son de nuestra Señora-, trabajen lo posible por alcanzar un bien tan grande como éste.

Empero, la señora Abadesa y religiosas suplico sean servidas de mirar mucho a quien reciben, porque no todos sin diferencia merecen tan extremada honra como ésta: pocos y devotos y espirituales y deseosos de agradar a mi Señora la Virgen María y de aprovechar en el servicio de Dios. A quien sea gloria y honra en los siglos de los siglos. Amén.” (folio 7).

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ANTECEDENTES DE LA ESCLAVITUD MARIANA

Los antecedentes de la Esclavitud Mariana eran remotos y también hispanos, puesto que San Ildefonso de Toledo (606-667) ya habla en este sentido en su De virginitate perpetua S. Mariae, y en las oraciones que compuso para la fiesta visigótica del 18 de diciembre.

También los biógrafos de San Odilón de Cluny (+1048) afirman unánimemente que practicó la esclavitud mariana y se recuerdan las palabras que pronunció en el momento de su ofrenda: “Recibidme, Señora, a vuestro servicio. Me declaro vuestro esclavo por toda la eternidad.

Pero fue a raíz de la fundación de la primera Cofradía, por obra de Sor Inés, que la Esclavitud mariana se extendió rápidamente. Juan de los Ángeles, OFM., Alvarado, OSA., El Beato Simón de Rojas, OSST., Bartolomé de los Ríos (cursó sus estudios de teología en la Universidad de Alcalá en 1613 y propagó la Esclavitud por toda Europa con su célebre obra Hierarchia Mariana), Miguel de San Agustín, OC., etc., la popularizaron de varias maneras. Por unos y por otros pasa a la Escuela beruliana. Berulle, Olier, Boudon…, y por aquellos y éstos al gran propagador de la misma San Luís María Griñón de Montfort (1673-1716), que con sus célebres tratados de La verdadera Devoción a la Santisima Virgen y el Secreto de María la difundió por todo el mundo. Es como el exponente cálido y activo de toda esa espléndida floración.